Figuritas de bronce como la de este caballito que se yergue con elegancia sobre sus cuatro patas se han encontrado a menudo en los santuarios y tumbas griegas del período geométrico. La delicadeza del modelado, la esbeltez del tronco y la posición de alerta de su fina cabeza son características que evidencian el desarrollo alcanzado por los artistas del período. Los centros de producción principales se localizaban en Esparta, Argos y Corinto desde donde ejercían una gran influencia sobre la producción de los talleres locales. Utilizadas como ofrendas votivas, servían para agradecer o pedir favores a los dioses por piadosos dedicantes o también para acompañarlos en su última morada con otros objetos de valor que indicaban su status social y su vinculación con la clase aristocrática, poseedora de caballos entre sus bienes más preciados.